martes, 15 de febrero de 2011

¿Querías señales?

Cuando terminó el día se me cayó la cazuelita encima de mi pijama favorito.
Normal.
Había vuelto a pasar. Después de llegar a lo más bajo, de estallar, de perder la confianza, había recibido llamadas que esta vez sí eran importantes. En un día, me ofrecieron tres trabajos y rechacé otro más. En un día lloré, reí, me callé, hablé, tuve miedo, confié, me alegré, me entristecí, me sentí orgullosa de mí misma, me odié,… y más cosas. Normal.
Hablé con muchas personas, y podría haber hablado con más aún. Todas me dijeron que estaba bien, quizás porque leían la duda en mis ojos. Yo no hacía más que repetir las cosas positivas en voz alta, como para creérmelas. Realmente, había muchas cosas positivas. No había que preocuparse. “No es una tragedia”. “Puedo echarme para atrás cuando quiera”, “son sólo unos meses”, “ya se irá viendo”. No había que tener miedo. Pero lo tenía. Normal.
Mi vida siempre ha sido así. Siempre me han gustado las convulsiones. Soy suave, sí, y me gusta la paz de sus ojos y la seguridad de mi burbuja. Pero siempre he ido a escalar montañas, y sueño con dar la vuelta al mundo y con protagonizar películas. Había tenido un día surrealista y mi futuro se presentaba así.
En el fondo yo no sé de qué me extrañaba… Realmente, yo nunca he sido muy normal.

martes, 8 de febrero de 2011

Los viajes

Siempre nos remueven, nos agitan.
Mi amiga, que fue hermana en otras vidas, acaba de emprender un viaje y no sabe cuándo va a volver. Se la veía nerviosa, y ansiosa. Miraba diferente, quizás queriendo retener todas nuestras imágenes. Sentía que, aunque vaya a estar a una hora y media de distancia, se tenía que despedir de todos estos años. Nuestro último abrazo estuvo lleno de lágrimas. Eran lágrimas de tristeza, pero también de orgullo, y de miedo, y de admiración. Yo la dije que no se preocupara, que mis piedras cruzaban océanos, y cuando lo necesitásemos, sólo tendríamos que lanzar una (como hacíamos de pequeñas).
Hace unos días yo tuve un viaje. Fui en burbuja de champagne, pompa de jabón. Me dormí ese martes a las 9 de la mañana y soñé con una ciudad oscura, pero llena de luz. Hay un río grande, ancho, que tiene en sus orillas lugares mágicos. Dejamos besos en muchos rincones, muchas risas en su aire frío, muchas palabras de amor. El sábado me desperté. Y aún cuesta volver a la realidad.  Pero él dice que nuestra vida aquí también es bonita. Y tiene toda la razón. Porque es nuestra.
Nosotros estamos de viaje continuo. El viaje hacia las Ítacas (ese poema siempre en mis labios). Un viaje en el que lo importante no es el destino, sino el vuelo. Los lestrigones amenazan con aparecer, mas nosotros seguiremos como Odiseo, rumbo a Eea.

Sueño con hacer un viaje que dé miedo y que no tenga fecha de vuelta, sueño con llenar de fotos mi globo terráqueo, sueño con seguir encontrándome cíclopes a los que derribar y nácar y coral.
Contigo.

miércoles, 2 de febrero de 2011

¿Bailamos?

A ti: que también vas de casting en casting, de entrevista en entrevista, que no dejas de echar currículos, que tienes las páginas de empresas de trabajo temporal dentro de tus contactos favoritos,
que también has dicho que no a un trabajo por esperar a uno mejor, que has dicho que sí a un trabajo en espera de uno mejor,
que estudias y estudias sin ni siquiera saber si este año saldrán oposiciones, y si las hay, cuántas plazas habrá,
que discutes con tus padres porque sientes que no te entienden,
que lo que realmente te pasa es que te preocupa defraudarlos,
que sabes que no les defraudarás, hagas lo que hagas.
A ti, amigo de mi generación. Yo tampoco sé si vendrán tiempos mejores. Quiero creer que sí, y lo creo, pero saberlo con certeza es imposible. Nunca había tenido tanta conciencia de pertenecer a una generación como ahora. Sabemos cómo nos sentimos… Te puedo animar, como me animas tú. Llámame cuando quieras. No te prometo trabajo, sé que tú a mí tampoco. Pero te prometo reírnos, te prometo desconectar, te prometo abrazos y hombros para lo que necesites.
Te prometo bailar como si nadie nos estuviera viendo.

Será una tontería. Pero bailar juntos hace que nuestra búsqueda sea más llevadera.
Y nos ayudamos a NO RENDIRNOS.