lunes, 17 de enero de 2011

La llave que me regaló mamá

Era verano. Los primeros días de agosto. Atrás habían quedado días malos, malos de verdad. Ya no solo eran las desgracias banales que uno siente como si fueran grandes tragedias. Por nuestro lado había pasado la muerte, y con ella, la insignificancia del ser humano.
Yo misma me titulé lo que estaba viviendo: estaba en una mala racha. Y todo lo malo que podía ocurrir, ocurría.
Pasaron los meses y un día de verano mi madre me regaló una llave. Dijo que era la llave que abría las puertas del amor, la salud y el trabajo.
Y esa misma semana me llamaron para trabajar. No era el trabajo de mi vida. De hecho, ese trabajo duró exactamente un fin de semana. Pero después vino otra llamada, y, tiempo después, vino otra que me gustaba aún más.
Y, a los pocos días, alguien me regaló una flor a la orilla del mar… Y me enamoré.
Como nunca.
(La historia de la burbuja ya la contaré en otro café)
Ahora, cuando hablo de mí, siempre cuento lo de la llave que me regaló mamá. Aún no tengo el trabajo de mi vida (sigo esperando la llamada buena), y, sí, me he pasado la mañana entera en urgencias por unos mareos… Pero tengo una burbuja taaaan espectacular que me siento feliz como nunca.
Siempre digo que es gracias a esa llave… En el fondo sé que, aparte de todas las buenas energías que me mandó mi madre con su regalo, tuvo aún más que ver en MI cambio lo que escribí en la agenda de David: SALGO DE LA MALA RACHA YA.

1 comentario:

  1. Y además que las rachas son sobre todo eso: rachas. Y que lo bueno que tienen las llaves es que además de abrir puertas, también cierran algunas otras que no deberían estar ni entornadas.Y que, al final, esa última frase que has escrito en mayúsculas es la única que te ha permitido llegar a un lugar en el que la vida se parece, de momento, más a una burbuja.

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