viernes, 15 de julio de 2011

De por qué cojeo

Ayer me levanté torcida. En el calentamiento de Alba lo confirmé. Los estiramientos de espalda los sentía más de un lado que del otro. A la hora de alinearnos, pesaba una parte, la otra no. Había trozos de mi cuerpo que me dolían, lo demás ni siquiera estaba. Yo, como buena alumna, intentaba corregir mi desequilibrio. Pero era algo que no podía controlar. Tuve, de pronto, la respuesta a por qué me estaba pasando eso (¡era obvio!): desde hace dos días me falta un lado.


No es que se me haya perdido en uno de mis ajetreados días, ni que me lo haya olvidado por despiste. Sé muy bien dónde está. Es difícil vivir sólo con un lado. Te sientes inestable, vacía, las sonrisas nunca te salen enteras. De momento, no puedo recuperarlo; julio va a ser un mes torcido.

No penséis que me he caído en los ensayos ni que me han hecho herida mis sandalias nuevas de plumas. Si alguien me ve por la calle y cojeo, es simplemente porque me falta media Noemí.

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